A ciertos perros les agrada prácticamente todos los comestibles, como pasteles, pizzas, dulces, carnes grasas, etcétera, mas eso no guarda relación con que les sean saludables. Claramente, en un caso así, QUERER no es PODER.

Aparte de las necesidades nutricionales, el estómago y el intestino de los animales, en comparación con el nuestro, son muy, muy diferentes.

Tenemos un estómago pequeño (con relación a nuestro cuerpo) y los perros tienen el estómago más extenso (con relación a su tamaño). Mientras que debemos hacer múltiples comidas al día, la capacidad de almacenaje del cánido es mayor, con lo que no debe de comer todo el día y, cuando es adulto, se satisface con solo 2 comidas, siempre y cuando sean adecuadas y completas.

Si te quedas dando todo cuanto desea, y en tantas ocasiones como desees, vas a dañar con seriedad la salud de tu pequeño animal, comenzando por la obesidad. ¿Sabías que una simple comezón o bien una caspa pueden ser reflejo de una nutrición equivocada? Si externamente el animal está manifestando inconvenientes, imagina lo que puede estar ocurriendo dentro, con el hígado, el estómago y otros órganos.

Seguro que su can baboseará al olisquear una picaña mal cocida, mas no puede imaginarse en una barbacoa con sus amigos, tomando una cerveza, o bien abriendo el refrigerador para poder ver si tiene algo de azúcar. Ellos saben dónde quedan algunos comestibles si los das generalmente a ellos, y es por ello que se acercan o intentan alcanzar el sitio donde se guarda dicho alimento.

Así, es tan necesario conocer los alimentos que se le pueden dar como los que no. Por ejemplo, algunos de los alimentos que se deben evitar a toda costa en la alimentación de nuestro perro son: chocolate, cebolla y ajo, no obstante, la lista va más allá de estos alimentos, por ello, debemos tener presente que lo que puede comer nuestro perro, no es lo mismo que nosotros podemos comer, aunque en la mayoría de las ocasiones lo olvidemos.

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